28 abril 2007

NO SÉ NADA DE TI


No sé nada de ti.
Eres misterio y sombra.
Racimos de palabras
levantando murallas de silencio.
Un libro sin leer. Un mundo
por descubrir aún.

Exploro ese Universo.
Me lanzo a la aventura
de aprenderte sin guía.
Autodidacta, estudio
la ruta de tus venas,
la agreste orografía
de tu carne y tus huesos,
tus cavernas,
la sima de tu boca,
buceando a pulmón
tus pupilas de océano.

No. No sé nada de ti.
Te aprendo
cuando callas ausente,
perdido en otras islas,
distintas y distantes.
Te aprendo
en tu boca lectora
sobre mi piel escrita,
en tu mirada
que se derrama y arde.

Nada. Yo no sé nada
todavía, y te aprendo
en los tibios minutos
que preceden al alba,
con el vientre irradiando
el calor de mil soles,
en la boca aún el gusto
del sabor de tu savia,
y empapando los surcos
del arado: tu nombre.

Nada sé. Sólo aprendo
cuando llegas, cubierto
con párpados-espejo,
con traje de cinismo.
Te aprendo en tus disfraces
y te aprendo en las máscaras
que eliges en la huida
para huir de ti mismo.

Y a veces me pregunto
si vas a darme tiempo
para aprender las rutas
de tu jungla y tus mares,
o si tal vez prefieres
seguir inexplorado,
perdido, como Atlántida;
lejano, inexpugnable
sueño, como Eldorado.


Mientras...

No me conoces -dices.
y yo contesto: Cierto.
Aún no te conozco
pero... ¿sabes?
Te aprendo.

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