28 abril 2007

DAME EN LA VOZ...

Dame el viento en la voz,
que vuele raudo
y susurre a su oído que deseo
tocar la palma de su mano ausente,
iluminar los rincones sombríos,
sestear, indolente, entre sus brazos,
bañarme en sus incógnitos Caribes,
pupilas de sargazos.

Dame el agua en la voz,
que llueva fresca
y cante en su jardín a mediodía
canciones de ultramar y de taberna
con voces de limón, canela y clavo,
empapando su piel como una ola,
derramando mi ser, vital y tibia,
goteante torrente hacia su boca,
riadas de lascivia.

Dame el fuego en la voz,
que arda su cuerpo
inundando mis venas como magma
de volcán, que se expande y derrama
ígneo y seminal sobre la tierra,
consumiendo a su paso cuanto toca,
incendiando los vientres con su furia,
prendiendo como chispas en la estopa
de la ardiente lujuria.

Mas, cuando haya pasado, como el viento
que jamás se detiene,
o como el agua fugitiva hacia el mar,
o consumidas
como el fuego, se apaguen nuestras brasas...

dame tierra en la voz,
ser como tierra,
que sólida le sirva de refugio,
y en la noche se abrace a su silencio
para ser el remanso, tibio y firme,
el lugar de reposo de los sueños

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