28 abril 2007

ELLA

Creaba cada noche
días para soñar despierta.
Se extasiaba observando
las barrancas nevadas de la luna,
desde su lado oculto.
Hermética. Dibujaba visiones
en mandalas hipnóticos,
espirales galácticas y nubes.
Fugaz, ubicua, nunca quieta
en el mismo lugar, evanescente,
se perdía en las gotas de la lluvia.
Deshilaba la luz de las estrellas
y las cosía al borde de la falda
con volantes de espuma de las olas.
Era sombra en la luz, luz en lo oscuro,
música del silencio,
silencio en medio de la barahúnda,
flor del cactus, espina de la rosa,
mar del desierto, arena en la laguna,
cofre para el amor, amor en vuelo libre,
jaula vacía, grillo de la suerte. Era
abrazo de la brisa, viento en las velas,
árbol sin arraigar, raíz profunda
cántico de pasión y letanía.

Un día, como tantos otros días,
oruga sin mutar, se envolvió firme
bajo el hilo sutil de su mortaja,
bebió la noche, persiguió la senda
de Átropo sobre el filo del cuchillo,
y sin llegar a ser
la mariposa azul predestinada
se reencarnó en la seda de un suspiro.


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