28 abril 2007

ALBA DESNUDA


Sobre la roca desnuda
que corona el negro rayo
de azogue que vierte el río
en la matriz de basalto,
desnuda reposo el alma
bajo cuatro robles altos,
vestidos de verde bruma
y de muérdago perlado.

En las ramas de los robles
vigilan búhos cansados,
mientras el alba desgarra
el negro luto bordado.
Baila la hierba, desnuda,
sin más ropaje que un blanco
manto de desnudos pétalos
que el viento viene arrancando
de las cabezas erguidas
de escaramujos callados.

Desnuda de mí, la ropa
se derrama sobre el prado
que tapiza, verdinegro,
las márgenes del milagro.

Rompe el graznido del cuervo
el cristal del aire claro,
volcando desnudos ecos
de respuestas, a su paso.
Entre las ramas desnudas
del cadáver de un castaño
tejen las arañas sedas
de amortajar descuidados.
Los dedos del sol deslizan
un chal de hilos dorados
entre los encajes verdes
de las ramas de los álamos.

Un día que aún no conozco
de cualquier mes, cualquier año,
aquí, corazón desnudo
de amores y desengaños,
vestida solo de agua,
con prendedores de pámpanos,
desnuda el alma y el grito,
desnudo el pecho y el canto,
cerrará el alba desnuda
las hojas de mi diario.


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