28 abril 2007

A GABRIEL, EMPEÑADO EN LA LOCURA

Tú, loco empecinado en mirarme a los ojos
como si en ellos existieran respuestas
a las incógnitas, a los misterios, a los jeroglíficos
de épocas pretéritas. Buscas bajo la herrumbre.
Tú, arqueólogo en mi geografía olvidada.

En serio. Debo recomendarte que abandones
la insana y peligrosa costumbre de acercarte
tanto a mi piel calcárea, a mi caparazón rígido,
a mis colmillos triangulares. Ponte a salvo.
No existe antídoto para este veneno.

Es mi último aviso. Si cuando el sol se ponga
sigues mirándome a los ojos así, como si el mundo
se ocultase en mis iris, te aseguro

que te diré que sí. Y te haré mío.

No hay comentarios: