28 abril 2007

EL HUECO DE TUS MANOS

El hueco de tus manos
acuna un mediodía y un camino,
una tarde de lluvia,
una calle en silencio,
una noche de luna,
una campana, una oración, un sueño...
una mañana, una canción, un tiempo
para soñar utopías y rosas,
para bailar un vals entre las hojas
del otoño cercano, que aparece
tras el verano dulce, y nos ofrece
tiernos panes de besos y quimeras,
de playas solitarias y de hogueras
alumbrando la noche, mil luceros
que, borrachos, cayeran sobre el suelo
junto a tus pies de sal, carne de azúcar,
rodando desde Gata hasta Sanlúcar
a hundir, después, su luz bajo las olas
como si derramasen amapolas
bajo un trigal de espigas marineras.

Antes que llegue el dedo del invierno
a helar el corazón y los recuerdos
bajo su frío seco que atenaza;
antes de que se cumpla la amenaza
y caiga la guadaña de la muerte
alcemos nuestras copas por la suerte,
brindemos por las flores, por los frutos,
el ruiseñor, la alondra, los minutos
que nos regaló el tiempo, generoso;
por el alba, el camino, los ocasos;
por el triunfo, la gloria, los fracasos
que dieron su color a nuestra historia.

No permitas que muera la memoria
de lo que fuera ayer tan tuyo y mío,
hazlo dormir, cobija ese latido
del amor, que reía y que jugaba
y agitaba banderas de oriflama:
el callado, el risueño, el impaciente,
el oculto, el secreto, el más ardiente,
ese amor que te tuve y me has tenido...
que duerma, como un querubín rendido
de jugar al balón y la rayuela
al salir, por las tardes, de la escuela.

Y así, dentro del hueco de tus manos
escrita entre la huella de sus palmas
me ha de encontrar al fin la muerte
en calma.

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