Como era de esperar fue inútil que llevase
atado en el tobillo un hilo de oro
para dar fe del paso de mis pasos
donde no quedan rastros sobre el polvo
Acabé -estaba escrito- por perderme
dentro del intrincado laberinto
de circunloquios, muros que protegen
al monstruo agazapado,
ocultando su esencia con palabras de adobe
-paja y barro- apiladas en torres de Babel
Sin brújula ni estrellas. Extraviada
entre bajorrelieves y arcanos logogrifos
encendí teas de sueños para ver lo invisible,
luciérnagas reclusas en fanales de vidrio,
lámparas con auroras boreales...
mas todo se apagaba en el vacío
No hay luz. Aquí no hay luz
capaz de iluminar lo que no existe
Más oscuro, más hondo, en el fondo del pozo,
el viejo y desdentado Minotauro psicófago
roe los restos tullidos de mi alma.
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