Hay unos ojos viejos
que observan el espejo
en que, a mi vez, los miro.
Pardas canicas,
con la huella del tiempo
en las pupilas,
y una sola pregunta:
¿Quien eres tú que miras?
que observan el espejo
Pardas canicas,
con la huella del tiempo
en las pupilas,
y una sola pregunta:
¿Quien eres tú que miras?
Ignoro la respuesta,
pues creí que eran ellos
los que me conocían.
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