29 abril 2007

MIEDO


Tan solo existe el miedo
apretando mi carne,
una cincha de acero.
Miedo. De abrir los ojos,
de cerrarlos a golpes
para siempre, de hablar,
de dar un paso,
de oír las llaves en la puerta,
miedo de oler tu piel,
tu vino amargo. Miedo
de mi nombre en tu boca
de sangre, de tu sombra,
de tu huella en mi espalda,
nocturna, cárdena, brutal.
Miedo. No existe sino miedo.
Mientras, al pie de la ventana
la paz me está llamando.
Apenas quince metros
me separan del gris
silencioso de asfalto.
Quince metros de angustia
reducidos a un palmo
de miedo o de valor:
la distancia de un paso.

Sin embargo... no puedo,
imposible saltar.
Tu hijo está llorando.


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