29 abril 2007

DE LA HUIDA


En aquel tiempo el miedo corría a mis espaldas
como un escuálido huesudo albino galgo
como una hirsuta peluda negra araña
azuzando mis pies en permanente fuga
hacia la vieja tibia consoladora muerte.

No quedó más remedio que esconderse
en la azufrada muda venenosa niebla
en el oscuro vasto arcano laberinto
oculta el alma detrás de la muralla
de silencio prudente baluarte refugio.

Desde las catacumbas se colaron los perros
colmillo agudo desgarrador caníbal
alzada curva amenazante garra
a segar las arterias en el sueño
saciar su sed dejando sed a cambio.

En aquel tiempo el tiempo se quebró
tantos puntos finales se desparramaron
convirtiéndose en puntos suspensivos
balizas con destello intermitente
para tijeras de nunca más ya basta

Como un trompo el anillo giró sobre su eje
trazando esferas falsas fantasmales
y cayó.


II

Uno aprende a salvarse o muere
A huir sin equipaje o muere
Le crecen los colmillos
suicida su inocencia
el lastre incrédulo
abandona insepulta
la fe
los sueños
la historia agonizante
como carnaza para voraces fieras
escapa cojeando
o arrastrándose
escapa
sin detenerse hasta el mellado borde
donde el mundo se torna catarata
y se deja caer
y cae
hasta el abismo
se hunde en el légamo
y duerme por mil años
enroscado en sí mismo
a oscuras siempre
hasta tejer el nuevo cuerpo nuevo
hasta crear la nueva vida nueva
como una salamandra
dragón-serpiente mordiéndose la cola
-el fin es el principio-
Entonces
nace.

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