El amor es un vecino desconocido.
Sabes que vive al lado de tu casa,
le oyes abrir la puerta por las noches,
ves como va encendiendo una por una
las luces a su paso,
oyes la melodía inacabable,
le ves bailar lambada
con alguna otra sombra.
Sin embargo -como ocurre
con los otros espectros habitantes
de tu mundo de cristal y cemento-
todavía no has conseguido verle
cara a cara, dispuesto a saludarte
al pasar a tu lado en la escalera.
Sigues aquí, cuidando con esmero
tu pequeña maceta de albahaca.
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