Que no se engañe nadie, la que habla  
 tiene manchada el alma, como todos;  
 es hija de Caín, como su raza  
 nacida de la tierra: Barro, lodo.  
  
 Mas también en el alma llevo impresa  
 la luz de las estrellas encendidas  
 en galaxias lejanas, los cometas...  
 Eternidad helicoidal: la Vida.  
  
 Camino tras un sueño y ambiciono  
 ser mejor, alcanzar sabiduría,  
 pero tropiezo, caigo, me equivoco,  
 avanzo y retrocedo cada día,  
  
 peco de vanidad y de modestia,  
 acaricio, golpeo, lloro, río,  
 de la locura voy a la paciencia,  
 me asusto, y de repente desafío,  
  
 traiciono, me traicionan, amo, lucho,  
 alzo los ojos, daño mis rodillas,  
 destrozo amor, padezco, bajo, subo,  
 consuelo, hiero, tengo pesadillas,  
  
 dudo, sé, sin zapatos me encaramo  
 por el tronco del Árbol de la Vida,  
 intentando alcanzar con estas manos  
 el fruto de la gnosis prohibida  
  
 Así, como otros mil en el empeño  
 transcurro por los años, arrastrando  
 el alma desgarrada hacia los sueños,  
 el cuerpo dolorido hacia el descanso.  
  
 Y al cabo, deshacerme, revertida  
 en lo que fui: carbón, agua y arena,  
 despojados del alma peregrina,  
 polvo estelar de vuelta a las estrellas.
 
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